DÍA 6
Suenan
campanas de boda. No son mías, obviamente. En los próximos meses tengo tres
bodas. Dos amigos y mi hermano. Espero ansioso a leer el menú del convite. Es
algo que muchos me han oído contar en repetidas ocasiones, pero los menús de
boda me ponen de los nervios. Podría hablar de ello, pero es que por escrito no
puedo gesticular todo lo que mi explicación merece. Quizás más adelante. Las
bodas son un gran tema para escribir.
Llegas
al lugar de la celebración y mientras vas entrando te ofrecen la primera
cerveza. Este detalle siempre se agradece, especialmente en bodas de alta
gradación ambiente. Buscas al resto de amigos invitados, ya que si no te
sientes un poco fuera de lugar y cualquier señora mayor puede asaltarte y
confundirte con un sobrino/nieto que hace mucho que no ve. “¡Cuánto has
cambiado Pepe!” “No soy Pepe” “Pues más a mi favor” Responde apurando su
segunda copa de vino blanco. Haces contacto visual con tus amigos y te
encuentras con ellos ante el gran panel que anuncia tu sitio en las mesas. Creo
que estás menos nervioso buscando tu nota final de Matemáticas Financieras en
sexta convocatoria que ante este momento. Tu dedo recorre intranquilo de arriba
abajo por toda la lista. Vas cantando los resultados al resto que se agolpan a
tu espalda ansiosos por saber que suerte les deparará el destino. Por fin lees
tu nombre. Respiras aliviado al ver que tienes gente en la mesa para hacer la
cobertura. Desde detrás preguntan dónde les ha tocado, así que continuas, pero
esta vez más tranquilo. Todos van siendo colocados hasta que solo queda uno. Te
das la vuelta. Ahí esta él esperando saber su mesa para poder buscarla en el
inmenso comedor. Tu cara intenta disimular, pero ves como su sonrisa se torna
en un gesto de preocupación. “Suspenso” “Nooo” Y entonces le abrazas. La
primera reacción es de incredulidad. De enfado. De plantear al resto que se va
a comer al Burguer y luego vuelve. Te pasa por la cabeza el acompañarle.
Alguien te dice que hay solomillo y cambias de idea. Todos van dándole el
pésame y la verdad es que no ayudan a mejorar su sensación.
El
aperitivo continua, pero sabes que el ambiente es incómodo. Cuando todo el
mundo empieza a entrar en el comedor se da el momento más duro. La despedida.
Los amigos hacia una mesa y el sacrificado se separa cabizbajo. Al principio
miras desde tu posición y le saludas. Intentas que parezca que tu mesa no es
tan divertida como él puede pensar. Empieza a presentarse a sus nuevos
contertulios. Copa de vino.
Al
final de la cena se plantean dos escenarios posibles.
a.- Los novios van a recibir un regalo menos
b.- El tío se ha hecho íntimo colega de los de su mesa y en el baile
parecen amigos desde el parvulario.
En
cualquiera de los casos seguro que el menú no fue del agrado de todos los
invitados y están criticando a los novios. Vaya invento.
YA VERÁS QUE SORPRESA
ResponderEliminar¿Se ha secado el árbol?
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