lunes, 13 de febrero de 2012

11 DE FEBRERO DE 1983


DÍA 3
                
               No os voy a engañar. Los días de escritura, aunque aparezcan en orden correlativo, van dando saltos en el tiempo. El domingo, antes de mi partido de Antiguos Alumnos de Retamar, en la conversación que manteníamos dando unos toques al balón tratando de entrar en calor, me vino la inspiración. Ya tenía otro tema sobre el que escribir.

                Mi fecha de nacimiento. Alguno podría pensar que ahora iba a sacar una efeméride muy importante, pero lo curioso de aquel día es que nacieron dos Rafaeles en el mundo. Dos personas en diferentes países que empezarían unas vidas totalmente paralelas. Rafael Martínez-Echevarría, español, y Rafael Van der Vaart, holandés.

                Puede que en nuestra infancia fuéramos muy parecidos, tuviésemos las mismas aficiones y nuestra comida favorita fueran los yogures Pryca(actual Carrefour). El tiempo y nuestras circunstancias nos han ido distanciando. Yo he jugado al fútbol a un nivel mucho más amateur, no he cobrado un duro y mi máxima recompensa la he visto en los ojos de mis compañeros de equipo. Van (así le llamaré en adelante) ha ganado más dinero del que jamás podré llegar a ver junto en mi vida, ha viajado por el mundo con sus equipos y la selección y, probablemente, haya cumplido su sueño de infancia. Y lo mejor de todo es que no le envidio nada.

            Aunque muchas veces me queje y pida a Dios que esa noche me lleve con Él a su Reino, me encanta mi vida. Me encanta mi familia, mis amigos, mi trabajo, mi Yaris, mis planes cutres, mis barbacoas de invierno, mi juego de los papelitos, mis jueves en El Gallo, mi partidito del finde, mis pelis en casa, mis fiestas de Artasona, mi móvil con celo, mis mis mis mis… Miles de mis que no tendrían sentido sin los dos primeros, que además son los únicos que Van nunca podrá tener. Tendrá los suyos, muy buenos probablemente, pero eso es lo que nos hace diferentes. Cada uno está donde le toca estar, y ese es su sitio por algún motivo.

Van, espero que tú también seas muy feliz. Molaría conocernos alguna vez y ponernos al día sobre nuestras vidas. Y quién sabe, igual tu mujer tiene una hermana que me pueda presentar…
                 

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