DIA 34
Hoy quizás sea
un post demasiado personal, pero me ha apetecido escribirlo, y la verdad,
después de tener esto aparcado tanto tiempo igual merece la pena.
El
otro día fue la boda de uno de mis mejores amigos. Eugenio. Puede que el resto
de compañeros se fastidien por no haber escrito sobre sus bodas, pero espero
que lo entiendan, no tenía tiempo y mi inspiración estaba un poco colapsada.
Si
de una cosa tengo que dar muchas gracias a Dios es de mis amigos. Cada uno con
sus cosas buenas y malas, pero con sus cosas, que desde hace un tiempo ya son
nuestras cosas. Unos están ahí desde que nuestras madres hablaban de sus
embarazos, ya desde ese momento debíamos de ser bastante especialitos. En
Orvalle nos conocimos mejor, en Retamar fuimos ampliando el grupo, en Argüelles
se afianzaron muchos lazos, en la universidad llegaron nuevas incorporaciones y
todavía nos queda mucho tiempo y ocasiones para seguir haciendo amigos. Puedes
tener muchos, como por suerte creo que tengo, pero siempre hay un Grupo
especial, el de siempre. Mantenerse unidos no es tan fácil como parece, pero lo
hemos conseguido.
Y
una vez que esto se consigue, llega el momento de ampliar el grupo a las mujeres
de nuestras vidas. Que divertido ha sido siempre el dia en que por primera vez
la novia de Fulano viene a no se que plan. ¿Es alta?¿Es baja?¿Es rubia?¿Es
morena? Mil preguntas, pero la que de verdad importaba era: ¿Tiene amigas?
El
novio, según quien fuese, está nervioso. Quiere causar buena impresión. Suele
preparar el terreno con frases como: “Oye, al principio es un poco tímida” “Por
favor, no le vaciléis” “No digáis nada raro de mi” “Por favor, hoy te pido que
no eructes que a ver si se va asustar” Lo normal. Llega a ser molesto cuando te
repite las mismas advertencias por tercera vez, pero se lo perdonas. Todas han
pasado por esto, y han superado la prueba inicial, pero no todas han llegado
hasta la meta.
Novias
han ido pasando. Las más veteranas son las encargadas de dar el visto bueno. Aquí
tengo que hacer mención especial a Lorena, nuestra jefa de Recursos Humanos.
Siempre pendiente de todas las que puedan incorporarse. Empezó siendo conocida
como la Inapetente Lorena, porque nunca quería nada.
“Lorena,
¿quieres coca cola?” “¿Quieres un trozo de pizza?” “¿Quieres…?¿Quieres…?¿Quieres…?”
Y
ella nunca quiso. Lo mejor era pasar inadvertida e intentar no fastidiarla. Lo
consiguió. Ahora se encarga en copas, bodas y demás eventos en acercarse
lentamente y decirte:
“
Esa para Jose” “Esa para ti” “Me encanta el vestido que lleva esa otra, es
perfecta para ti” “La de azúl te está mirando”
O
en otras ocasiones:
“No
vuelvas a bailar con esa, no me gusta” “Esa está tonteando con todo el mundo,
pasa de ella”
Gracias
Lorena.
Y poco a poco, tuvimos la suerte
de que grandes mujeres eligieran a nuestros grandes amigos. Belen, Eva, Rocio,
Lorena, Bea, María. Espero no dejarme a ninguna, sería mi muerte.
Por fin Leti
lo ha conseguido. Esa suerte ha tenido Eugenio. No solo le ha aguantado a él,
si no a todos nosotros. Y puede que además ella lo haya tenido más difícil. Una
mujer encerrada en el cuerpo de una niña se encontró con unos niños encerrados
en los cuerpos de unos viejos. Y lo increíble, es que no salió corriendo. Sus
silencios iniciales se fueron transformando en timidas palabras. Palabras que formaron
frases que nos hicieron a todos darnos cuenta de que era la mejor para Eugenio.
Se fue soltando y yo hasta he sufrido sus “reprimendas” amistosas por mi hablar
de camionero, por mis refinados gustos culinarios o por mi excesiva festividad
en las bodas. Nos conquistó.
Como molan los
planes del Jefe y más cuando tienes enchufe. No tuve la suerte de conocer al
padre de Leti, pero conociendo a su familia y lo que he oído contar, debía ser
un autentico espectáculo. Desde el Cielo lo planeo todo con astucia propia de película
de Hollywood. El que fuera a ser el ganador de tan grande trofeo tendría que
cuidarlo desde mucho tiempo antes. Leti no iba a ser para cualquiera. Eugenio,
siendo un universitario de relumbrón, cogía la furgoneta de la madre de Leti e
iba a buscar a todos los hermanos a la salida del colegio. Eugenio henchido de
orgullo a la puerta de Montealto se pavoneaba antes las colegialas, pero no
sabía que la que iba a ser su esposa le esperaba en el vehículo. Y empezarían a
conocerse, poco a poco.
Pasaron los
años y yo, como confidente, me enteré de que aquella niña a la que llevaba al
colegio no hacia mucho tiempo había dejado huella en mi amigo. Quería conocerla
mejor, pero ella se iba a estudiar a Pamplona. Hubiese sido muy sencillo.
Eugenio, si querías a Leti te lo tenías que currar.
Después de
quedar varias veces, tienen lo que en broma nosotros llamamos, La Conversación.
Ya no es un quieres salir conmigo. Eso quedo muy lejano en el olvido de aquella
época llamada adolescencia. ¡Vamos a intentarlo!
Y entonces
aparece una nueva pieza de esta historia planeada. Soria. Punto geográficamente
intermedio entre Pamplona y Madrid donde se desarrolla gran parte de su
noviazgo. Alli quedaban para verse algún sábado al mes, quizás junto al olmo hendido
por el rayo del que hablaba Machado. Ya conocían a la gente de la zona y alguno
pensaba que eran vecinos de allí. Probablemente uno de estos veranos vayan a pasar unos día alli para recordar todos esos momentos y, quien sabe, igual hasta para que les den las llaves de la ciudad.
Y uniendo
furgoneta, Pamplona, Soria, y muchas más aventuras lo metió en una coctelera y
nos fuimos de boda a Segovia. Mereció la pena.
Todas las novias
el día de su boda son las más guapas. Eso no se puede discutir. Leti no podía
ser menos. No solo guapa, estaba radiante y, lo más sorprendente en un día de
tantas emociones, pendiente en todo momento de los demás. De su familia, de los
celiacos, de los bebes de los amigos y, permitidme que personalice, de mis
coletas.
Este último
año ha estado cargado de bodas y en casi todas ellas he acabado robando gomas
de pelo para hacerme pequeñas coletas en mi gran cabeza. Leti siempre decía que
me iba a regalar un pack de gomas para su boda, pero ya se iba acabando el
coctel y yo perdía toda esperanza. No se habían acordado. Apuraba los últimos
sorbos de una copa de tinto y Leti se acercó a mi con una gran sonrisa. Empezamos
a hablar, y como quien no quiere la cosa, como si fuese una tontería sin
importancia me sacó un pack de gomas de todos los colores. No pude ver mi cara,
pero debió ser como de dama de honor de peli americana con un traje de dudoso
gusto y excesivamente ceñido cuando, tras varios placajes a sus contrincantes,
consigue hacerse con el ramo de la novia. Todavía me emociono al recordarlo.
Los que estuvieron en la boda y no entendían
muy bien porque había un señor con hasta ocho coletas en la cabeza ahora
empezarán a atar cabos.
Leti y
Eugenio.
Eugenio y
Leti.
Leti, ya has
entrado a formar parte de nuestro Patrimonio de Amigos.
Seguimos
creciendo y la verdad es que empiezo a tener miedo. Cuando llegue el momento y
tenga que dar cuentas, cuando en las puertas del Cielo me pidan mi Declaración
de Patrimonio…Me van a pedir mucho.
Espero que
entonces tu padre también nos eche una mano al resto.