DÍA 8
Hasta hace no
mucho tiempo había considerado a los creativos de los anuncios de MiXta como
idiotas. No me hacían ninguna gracia, aunque supongo que con ese tipo de
tonterías hacían que la gente comentara los productos. Pero hubo un spot que
empezó a cambiar mi forma de pensar. La idea era “Si los checos son de
Checoslovaquia, los chalecos, ¿son de Chalecoslovaquia?” Una estupidez. Lo sé,
pero me encanta lo absurdo. Y esto me da pie a hablar de otro tema de bodas.
Los chalecos de Chalecoslovaquia.
Reconozco
que en este aspecto soy bastante clásico y no me apeo del chaleco cruzado beige
o algunos blancos de piqué, pero el caso es hablar de la moda de los mismos.
Antaño el novio no tenía ninguna forma de distinguirse del séquito de pingüinos
que formaban sus testigos. Por lo tanto, si el novio pinta más bien poco en una
boda, encima ni siquiera era distinguible entre varios jóvenes engominados que
compartían tienda de chaqués de alquiler. La novia es la de blanco, la guapa,
la que sonríe, la que llora, pero el novio podía ser cualquiera. Igual era un
modo de detectar de modo más sencillo al que se hubiese colado en la boda.
Ahora,
los novios suelen seguir el estilo clásico. Son los amigos los que buscan
arriesgar con colores más chillones que lucir como pavos reales en busca de la
presa ideal. Durante el aperitivo y la cena hacen un barrido visual de los
invitados y fijan objetivos. Normalmente, cuando llegan los puros a las mesas,
ponen pose estilo Padrino y alardean de chaleco con la levita bien abierta. Y
que comience el baile.
Las
gamas de colores son de lo más variado. Si fuese DJ en bodas siempre pondría
alguna canción de Parchís. Los testigos que hubiesen elegido los colores que hicieron famosos al grupo y al
juego de mesa tendrían que hacer una coreografía. No dudes que nunca faltarían
las cuatro fichas.
Pero
un chaleco también puede salvarte de diferentes situaciones. Ahora mismo viene
a mi cabeza mi hermano. Mes de Julio. El mercurio trataba de escaparse de los
termómetros a tomar unas cervezas. Usaba el chaqué de su boda, pero como todo
el mundo sabe, una vez casados los hombres tienden a perder la línea. No se lo
había probado y aquella mañana notó que no había como meterse ahí dentro.
Finalmente lo consiguió metiendo tripa y haciendo inspiraciones y expiraciones
cortas de modo que no relajase jamás la tripa. El calor y la falta de oxígeno
iban haciendo su trabajo. Al borde del mareo y el soponcio se dio cuenta de que
el chaleco podía salvarle. La mitad de la boda la pasó con el botón
desabrochado y con el chaleco haciendo las veces de su mayor aliado.
Probablemente no recuerde de que color era o, al menos, le trae sin cuidado.
Pero siempre recordará que el chaleco le salvó.
El
color no importa, pero…¿alguien bebe MiXta?
Me parto de la risa y de lo cierto que es lo a cuentas......pues ala todos los solteros a buscar presas ideales
ResponderEliminarTODOS LOS SOLTEROS A BUSCAR PRESAS IDEALES,
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