DÍA 12
Mi
hermano Borja ha ganado un premio de novela de abogados. Desde hace mucho
tiempo le ha gustado contar historias y, a sus hermanos pequeños, siempre les gustó
creérselas. Es por eso que hoy, en homenaje a él, escribo sobre una de sus
invenciones.
Los
viajes en coche siempre dieron vuelo a su imaginación. Se mezclaban varios
ingredientes. Horas por delante de viaje, canciones de Julio Iglesias, la
cojocinta en la radio, y nuestra absoluta credulidad. Un cigarro en la boca (todavía
fumaba) y las gafas de sol. Si bajábamos a Madrid la historia más recurrente
era la de José Abascal. No se trataba de contarnos la vida y milagros de este
alcalde madrileño, sino el premio secreto que guardaba esa calle. El que
consiguiera pasar esta gran avenida cogiendo todos los semáforos en verde
recibía un premio por parte del Ayuntamiento de Madrid. Parece una estupidez,
pero era nuestro hermano mayor y nos lo creímos. Muchas veces nos lamentamos al
unísono por ver cambiar el color verde por el rojo en el último momento. ¿Es
que nunca íbamos a conseguirlo? Esto daba mayor credibilidad a la historia.
Estaba claro, era casi imposible. Pero queríamos el premio y no pretendíamos
dejar de luchar por ello. Bajar a Madrid con Borja se convirtió en una
aventura.
Después
de tantos entrenamientos e intentos fallidos, aquel día parecía que todo Madrid
nos apoyaba. Tráfico: fluido, calles casi vacías. Gente pidiendo en los
semáforos: los pocos que estaban se mantenían en las aceras animándonos.
Viento: favorable de fuerza media. Señora pisando huevos y molestando la
circulación: se había quedado en casa.
Salimos
del túnel y nos incorporamos cogiendo el semáforo justo dando la señal de salida.
Verde. Si Borja hubiese llevado guantes se los hubiese ajustado, pero en lugar
de ello apretó con fuerza el volante. José Abascal, aquí estamos.
A
nuestro paso la luz verde nos saludaba. Un cosquilleo recorría todo nuestro
cuerpo. Animábamos al conductor como si la vida nos fuese en ello. Otro
semáforo pasado. Bien.
¿Era
nuestra imaginación o la gente se paraba a contemplarnos? “¿Lo irán a
conseguir?” Se preguntaban todos. Otro semáforo. Los papeles del suelo se
levantaban a causa de nuestro paso fugaz por su lado.
Sólo
quedaban dos más. A lo lejos veíamos la Castellana esperándonos para
celebrarlo. Ligas del Madrid, visitas del Papa y ahora nosotros. Nuestros
gritos iban a llenar todo el Paseo de camino hacia el Ayuntamiento para recibir
nuestro premio. Pero Borja se dio cuenta de que si no frenaba se acabaría la
magia. De forma que no se notará excesivamente redujo la velocidad. Se acercaba
inexorable el último semáforo. Rojo. Freno y respiración de alivio del contador
de historias.
Otra
vez sería. Seguiríamos sin saber el secreto mejor guardado. José Abascal pasaría
a formar parte de la leyenda. Como si del botín de un pirata se tratase,
nosotros soñábamos con aquel premio.
Pasaron
los años y , por motivos que no son del caso, nosotros fuimos haciéndonos
mayores. Hace aproximadamente un año Borja recibió un mensaje en el móvil.
“Lo
he conseguido!!!Jose Abascal todo en verde!!!”
“Mi
hermano Bosco está loco” debió pensar al leerlo.
Cinco
minutos más tarde cayó en la cuenta. Supongo que al principio se reiría viendo
como aquella historia había calado en sus hermanos pequeños. Más tarde,
probablemente, mirase en las noticias no fuese a salir Bosco siendo detenido
por pedir en el Ayuntamiento que le diesen lo que era suyo.
Creo
que Bosco nunca reclamó su premio. Lo hemos recibido todos esta semana con mi
hermano. El premio empezó contando estas pequeñas historias que con el tiempo
han ido creciendo. Enhorabuena Borja.
Gracias
José Abascal.
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