miércoles, 21 de marzo de 2012

DÍA DE ESQUÍ


DÍA 15

                Hoy ha nevado. Poco, pero ha nevado. Hace tres años que no esquío, pero por el contraste de temperaturas con los días anteriores me he acordado del ski. Especialmente de cuando aprendí.

                Hoy en día son muchos más los niños que esquían. En mi infancia, si en algún momento se me ocurría pensar en practicar el deporte alpino, mi madre zanjaba mis ensoñaciones con un “Vete a jugar al fútbol, que con unos calzones y un balón tienes todo lo necesario”. Que sabiduría.

                Pero el tiempo pasa y las ideas cambian, asi que a la edad de 17 años conseguimos “engañar” a mi madre. Los tres pequeños nos íbamos con el Club Argüelles a esquiar a Sierra Nevada. Conseguimos todo el material necesario prestado. La imagen estaba conseguida. Un mono, gafas de sol y mucha pose. Tiembla Sierra Nevada.

                Llegamos a Granada. El Colegio Mayor Albaicín nos recibe con los brazos abiertos. Durante la cena, mi mente imaginaba preciosas bajadas levantando nieve en cada giro como había visto en la tele. Cámara lenta mientras llegaba al telesilla. Me quitaba las gafas y movía el pelo estilo Sensación de vivir o anuncio de Pantene. Creo que lo único que se cumplió en algún momento fue la cámara lenta, pero cayéndome al suelo.

                Amanece. Muy buen día. Moreno asegurado. Bajamos de la furgoneta y empieza uno de los rituales. Botas, mono ajustado, braga, etc. Todo me temblaba. No se si era por el frío, por los nervios o por los dos. Cacao para los labios. Hecho. El dueño de la única crema siempre nota como se forma una fila ante él esperando un pequeño pegote de crema que los esquiadores apuran para cubrir toda la cara. Se acaba el bote. Mañana os da crema vuestra madre.

                ¿Cómo se llevan los esquís? Empiezas a mirar al resto de esquiadores, pero no te queda muy claro el funcionamiento. Cuando consigues entenderlo, cargas los esquís y empiezan a separarse. A la vez no sabes que hacer con los bastones. Se te cae un guante. El ridículo que estas haciendo no va acorde con la imagen que ofrece tu equipamiento y quieres volverte a casa. Respiras hondo y pones todo en su lugar. Funciona.

                Nos subimos en “El Huevo”, un funicular que nos lleva hasta lo alto de la Sierra para poder ir a las pistas. Durante el trayecto de subida puedes ver como la gente esquía. Algunos  se admiran de lo que son capaces de hacer aquellos esquiadores, pero tú solo ves a los que sufren en el suelo, los que han perdido el control y chocan contra un poste, los que gritan desesperados en busca de auxilio.

                ¡Mamá, que razón tenías!

Continuará, me falta tiempo

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