DÍA 23
Han
sido muchas semanas de ausencia. Diferentes movidas y la boda de mi hermano
Bosco me han tenido en jaque durante todo este tiempo. En las copas del enlace,
mi amigo Arce, me hizo recapacitar. Tenía que volver a escribir.
De
la boda de mi hermano podré sacar varios temas con historias que pasaron,
historias que se quedaron a medio realizar e incluso una historia que pudo ser
y no fue. Hoy me voy a fijar en una frase muy propia del Diario de Patricia.
“Se fue a por tabaco, y no lo he vuelto a ver”
¿Y
qué tendrá esto que ver con la boda de Bosco?
Viernes
1 de junio. Día del esperado enlace.
Como
si de un día cualquiera se tratase, me desperté con las energías propias de un
asalariado. Pocas. La noche anterior tras una cena de despedida familiar con
Bosco, reunimos a varios amigos y nos fuimos a rondar a la novia. Una costumbre
que empezó en la boda de mi hermana Macarena y que poco a poco ha ido cogiendo
solera. Tras desvelar a la novia y al resto de vecinos de la urbanización nos
pareció prudente ir a tomar una copita a una terraza de Majadahonda para
rebajar la emoción. No se alargó mucho, pero me había dejado destrozado.
Fui
al colegio e impartí las clases que me tocaban hasta las 12:30. Los niños me
atosigaban haciéndome preguntas sobre todos los detalles del evento. Ahora
entiendo a Paquirrín cuando le preguntan sobre su hermano Fran. Respondí a los
interrogatorios con la sonrisa propia de un famoso haciendo de embajador de una
ONG. Por fin estaba libre.
Camino
a casa ultimaba en mi cabeza los detalles en los que tenía que echar una mano a
mi hermano. Conseguir cámara de video, tarjeta de memoria para el photo call,
etc. Y después de esas gestiones quedaba la más importante. A la piscina a
coger color. Mi sobrino Álvaro y yo mano a mano. Dos comics de Lucky Luke. Uno
para cada uno. Un vaso muy grande de Coca Cola lleno de hielos. Mi sobrino no,
porque llevaba varios días tocado y tenia que reservarse para la tarde.
Una
llamada de Bosco me saca de mi concentración en la fotosínteis. La cava de
puros estaba cerrada. Tenía que mirar horarios o teléfono para enterarnos de a
qué hora abrían por la tarde. A las cinco de la tarde. Las cartas estaban sobre
la mesa y la jugada empezaba.
No
teníamos tabaco ni puros para la boda. El estanco abría a las cinco y la boda
era “a las siete”(hubo retrasos). Puntuales como un suizo nos plantamos en la
puerta. Los dos en bañador a escasas dos horas para el comienzo del jaleo. Yo
esperaba con el coche arrancado dispuesto a quemar rueda antes de que Bosco
hubiera podido cerrar la puerta siquiera. Llamada de la fotógrafa (mi cuñada
María) para pedir el piso de Rocío que iban a hacer las fotos de la novia de
rigor. Corro a buscar a Bosco, ya que no le podía decir donde estábamos. A
Rocío podía darle un jamacuco. Obviamente, Bosco no tuvo fotos de novio
vistiéndose de chaqué.
Bosco
le explicaba al estanquero la situación: “Necesito puros para mi boda”
Con
una sonrisa le responde: “Ah que bien. ¿Cuándo es la boda?”
Con
la misma sonrisa, pero esta vez de no tengo un minuto que perder contigo, dice
Bosco: “Dentro de dos horas”
Al
estanquero le cambió la cara y mirándole sorprendido le dijo: “Eso, ¡con dos
cojones!”
Pues
igual debería aumentar el número de los mismos porque en ese estanco no tenían
puros de los que necesitábamos, ni parecidos. Teníamos que ir corriendo a otro
estanco que tenían en el centro de Las Rozas.
Gracias
a Dios, a esas horas las calles no estaban muy transitadas y nuestro rally no
se vio interrumpido por alguna tortuga motorizada. Frenazo cerca de donde nos
habían indicado, pero no sabíamos bien donde estaba. “¡Allí!” Grité señalando.
Bosco voló y yo seguí esperando con la marcha primera metida. Pocos minutos
después estaba de vuelta con varias bolsas.
Llegábamos
a casa y eran las cinco y media. A las seis yo tenía que estar recogiendo al
sacerdote que los casaba. Me duche deprisa y salí corriendo.
Después
fue todo un no parar. Boda. Fotos. Abrazos. Tabaco. Copas. Baile. Abrazo de
despedida. Lágrimas
La
última vez que estuvimos mano a mano en casa fue tal y como os lo he contado.
Después, ya lo dijo el Diario de Patricia.
“Se
fue a por tabaco y no lo he vuelto a ver…”
Aunque
en este caso habría que añadir “…por ahora”
Empiezo
una nueva vida como “hijo único”, pero muy cerca de mis hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario